
El mediocampista paraguayo agarró su mochila y, sin pensarlo dos veces, se fue directo al Patio Olmos, epicentro del desahogo Albiazul. Si bien no llegó a festejar con la gran multitud que copó la noche cordobesa, Galarza no se podía quedar sin su foto la icónica fuente. Porque Talleres es eso: una familia, un sentimiento que no distingue entre jugadores e hinchas, un amor que se vive sin filtros.
Las imágenes del guaraní se ganó el corazón de todos. Y es que, después de una noche histórica, Córdoba sigue de fiesta y nadie quiere que la caravana termine ¡VAMOS TALLERES!.
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